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Argentina(1949-) |
JORGE
BUCAY:
es un psicodramatista, terapeuta gestáltico y escritor argentino. Nacido en una
familia modesta del barrio de Floresta. Se graduó como médico en 1973, en la
Universidad de Buenos Aires, y se especializó en enfermedades mentales en el
servicio de interconsulta del hospital Pirovano de Buenos Aires y en la clínica
Santa Mónica.
Ha trabajado desde los trece años. En su
camino de vida ha sido vendedor ambulante de calcetines, de libros, de ropa
deportiva, agente de seguros, taxista, payaso, almacenero, educador, actor,
médico de guardia, animador de fiestas infantiles, psiquiatra, coordinador de
grupos, colaborador de radio, conductor de televisión, y psicoterapeuta de
parejas y adultos. Actualmente, su tarea como ayudador profesional, como él se
define, se divide entre sus conferencias de docencia terapéutica, que dicta
desde hace varios años viajando por el mundo, y la difusión de sus libros,
herramientas terapéuticas según el autor.
Autor de Cartas para Claudia, Déjame que te
cuente, Cuentos para pensar, Amarse con los ojos abiertos, 20 pasos hacia adelante
y El candidato.
GALLETITAS
A una estación de trenes llega una tarde, una
señora muy elegante. En la ventanilla le informan que el tren está retrasado y
que tardará aproximadamente una hora en llegar a la estación.
Un poco fastidiada, la señora va al puesto de
diarios y compra una revista, luego pasa al kiosco y compra un paquete de
galletitas y una lata de gaseosa.
Preparada para la forzosa espera, se sienta
en uno de los largos bancos del andén. Mientras hojea la revista, un joven se
sienta a su lado y comienza a leer un diario. Imprevistamente la señora ve, por
el rabillo del ojo, cómo el muchacho, sin decir una palabra, estira la mano,
agarra el paquete de galletitas, lo abre y después de sacar una comienza a comérsela
despreocupadamente.
La mujer está indignada. No está dispuesta a
ser grosera, pero tampoco a hacer de cuenta que nada ha pasado; así que, con
gesto ampuloso, toma el paquete y saca una galletita que exhibe frente al joven
y se la come mirándolo fijamente.
Por toda respuesta, el joven sonríe... y toma
otra galletita.
La señora gime un poco, toma una nueva
galletita y, con ostensibles señales de fastidio, se la come sosteniendo otra
vez la mirada en el muchacho.
El diálogo de miradas y sonrisas continúa
entre galleta y galleta. La señora cada vez más irritada, el muchacho cada vez
más divertido.
Finalmente, la señora se da cuenta de que en
el paquete queda sólo la última galletita. " No podrá ser tan
caradura", piensa, y se queda como congelada mirando alternativamente al
joven y a las galletitas.
Con calma, el muchacho alarga la mano, toma
la última galletita y, con mucha suavidad, la corta exactamente por la mitad.
Con su sonrisa más amorosa le ofrece media a la señora.
- ¡Gracias! - dice la mujer tomando con
rudeza la media galletita.
- De nada - contesta el joven sonriendo
angelical mientras come su mitad.
El tren llega.
Furiosa, la señora se levanta con sus cosas y
sube al tren. Al arrancar, desde el vagón ve al muchacho todavía sentado en el
banco del andén y piensa: " Insolente".
Siente la boca reseca de ira. Abre la cartera
para sacar la lata de gaseosa y se sorprende al encontrar, cerrado, su paquete
de galletitas... ¡Intacto!
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